La Basílica Emilia

Asomada directamente a la plaza del Foro, la Basílica Emilia, la única supésrtite de las basílicas republicanas, limitaba su lado norte seguida, más allá de la antiquísima vía del Argileto, por el edificio de la Curia, después del cual, a los pies de la poderosa Arx (roca) Capitolina, parcialmente obstruida por el Arco de Septimio Severo y dominada por el templo de Juno Moneda, se encontraba la Cárcel Tuliana (o "Mamertina").

La Basílica Emilia tuvo como fin ofrecer a los que asistían al Foro un acogedor lugar cubierto, capaz de alojar durante la estación invernal por lo menos una parte de las funciones que normalmente se desarrollaban al aire libre, sobre todo aquellas vinculadas a la administración de la justicia y a los negocios. La basílica fué construida en el año 179 a.C. por los Censores Marco Emilio Lépido y Marco Fulvio Nobiliore, detrás de una fila de tabernae (bodegas) destinadas a los banqueros; restaurada varias veces (por último por obra de Augusto en el año 14 a.C. y luego por Tiberio en el año 22 d.C.), ésta incorporó las mismas tabernas en su pórtico en la planta baja, formado por una serie de dieciséis arcos entre las pilastras con semicolumnas y coronado por un pórtico análogo en la planta superior.

Su interior se hallaba subdividido por filas de columnas en cuatro naves y poseía un precioso pavimento de mármol de edad augustal. Sobre este piso aún se observan las huellas del incendio que destruyó la Basílica en el año 410 d.C. durante el saqueo de Roma por obra de los Visigodos de Alarico I.

Delante de su escalinata, una capitilla redonda habia sido dedicada a Cloacina, la divinidad de Cloaca Máxima, que corría precisamente ahí debajo. Se cree que en este santuario ocurrió la pacificación y purificación de los soldados romanos y sabinos desupés de la batalla combatida en el Foro como consecuencia del famoso "rapto" de las mujeres.