Octavio Augusto

En el año 45 a.C. Julio César adoptó a su sobrino Octavio, quién desde ese momento, se llamará Cayo Julio Cesar Octaviano. Después de la muerte del dictador, fue miembro del segundo triunvirato junto a Marco Antonio y Emilio Lépido. Pero después de la derrota de los asesinos de César en la batalla de Filipi (42 a.C.), se hizo claro que era necesario dividir los territorios romanos en tres partes (Octavio recibía la zona occidental, Antonio la oriental y Lépido se debía contentar con África). La siguiente guerra civil hizo de Octavio y Marco Antonio, que se se había casado con Cleopatra, enemigos feroces. La victoria conseguida sobre Antonio en Accio en el 31 a.C. permitió a Octavio hacerse con el poder definitivo en Roma. Esto se hizo oficial cuando en el año 27 a.C. recibió del Senado el nombre de "Augustus" (una nueva denominación oficial que en seguida fue usada por todos los futuros emperadores romanos). Teniendo el poder en sus manos, Octavio Augusto reorganizó radicalmente el estado romano con una serie de reformas legislativas, administrativas y sociales. Fué un gran governante que le dió al imperio por muchos años paz, estabilidad y prosperidad, de tal modo que su gobierno fué visto como una nueva "edad de oro". Octavio emprendió grandes obras públicas en Roma y todas las ciudades del imperio. Ese programa de construcción incluía la restauración de monumentos antiguos y la construcción de nuevos complejos arquitectónicos. En su testamento declaró Augusto con orgullo que había recibido una Roma de ladrillos y había dejado una de mármol.